Los individuos que discriminan tienen una visión distorsionada de la esencia del hombre y se atribuyen a sí mismos características o virtudes que los ubican un escalón más arriba que ciertos grupos. Desde esa “altura” pueden juzgar al resto de los individuos por cualidades que no hacen a la esencia de estos. Muchas veces este rechazo se manifiesta con miradas odiosas o con la falta de aceptación en lugares públicos, trabajos o escuelas, acciones que afectan a la persona rechazada.
Discriminación social.
Las personas discapacitadas son unas de las
más afectadas en nuestro país. Para ellos es
difícil: conseguir trabajo, obtener una óptima
asistencia médica para su problema, lograr
conseguir instituciones educativas acorde a sus
necesidades y recursos (el estado no brinda el
respaldo adecuado). Para aquellos que tienen
una discapacidad física y utilizan para trasladarse
sillas de ruedas o bastones les es imposible
circular por la vía pública sin hacer malabares. En
México existen leyes que aseguran los derechos
de aquellos que tengan algún problema
psícomotriz pero no establece los medios o
métodos para que esta igualdad se cumpla.
Discriminación laboral.
En la actualidad, la crisis económica que genera
índices de desocupados produce inestabilidad en
el plano laboral. Los empleadores, al existir una
gran demanda, se toman ciertas licencias.
Aquellos que superan los 40 años son viejos, las
mujeres reciben menores sueldos, los jóvenes
sino tienen experiencia no son contratados. Para
bajar los costos emplean obreros en negro casi
esclavizados.
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