El conflictivo panorama planetario da la razón a Sigmund Freud cuando
aseguraba que “la violencia, individual o colectiva, que acompaña a la
condición humana desde el origen de los tiempos, puede ser limitada,
relativamente controlada, legalmente regulada e incluso castigada, pero
nunca exterminada”. Hoy no hay grandes conflictos armados
internacionales pero, por el contrario, la paz brilla por su ausencia en
muchos lugares sumidos en interminables conflictos intraestatales. Y
esto define tanto a los desarrollados en los Estados frágiles como a los
que afectan a sociedades donde formalmente no existe una guerra, pero
donde la violencia anónima y diaria es ya un rasgo genético.
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