El asesinato a tiros en plena calle de Isabel Carrasco, de 59 años, presidenta de la Diputación de León, llevaba casi dos años maquinándose en las cabezas de Montserrat González y su hija, Montserrat Triana Martínez. Una acumulación de rencor y locura, llevó a esta mujer de 55 años y a su hija, de 35, a mantener bajo vigilancia durante semanas a la dirigente política (se han hallado en casa de la hija planos con los recorridos de Isabel Carrasco por León), a comprar dos pistolas para acabar con su vida y a haber intentado en varias ocasiones perpetrar su venganza, siempre según fuentes de la investigación.
La madre confesó que fue ella la autora de los disparos, por un rencor acumulado desde que la presidenta de la Diputación de León despidió a su hija en 2011.
El asesinato fue planificado durante meses por la madre y posiblemente la hija, que precisaron su ejecución al detalle pero sin contar con un elemento clave: los testigos. El asesinato fue visto en directo por un policía jubilado que decidió seguirlas.
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