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lunes, 23 de mayo de 2011

Un granjero y su hijo cabalgan en un campo de arroz (REUTERS)

La historia de las sandías que se “autodestruyen” en el este de China, explotando en pedazos antes de madurar, ha vuelto a llamar la atención sobre la preocupante situación de la industria alimentaria en el gigante asiático. Al parecer, lo que provoca este extraño fenómeno es el abuso de una sustancia química con la que se rocían las plantaciones para acelerar su crecimiento.

De no ser por las terribles implicaciones sobre la salud de millones de consumidores, se trataría de escándalos realmente divertidos. Tiene su punto cómico pensar que a alguien se le haya ocurrido comercializar una pasta para hacer pasar el cerdo por ternera, huevos fabricados con sustancias químicas y vendidos como reales o aceite filtrado en aguas residuales. No está mal tampoco imaginarse el momento en el que un ama de casa descubre cómo la carne de cerdo con la que acaba de preparar la cena brilla en la oscuridad como si fuera pechuga de alienígena, al parecer a causa de una extraña bacteria que no presenta riesgos para la salud.

Ningún país está a salvo de los escándalos alimenticios (recordemos el aceite de colza), pero resulta difícil superar el expediente chino. Lo más preocupante es que la mayoría de las veces no se trata de simples negligencias, o problemas derivados de la falta de higiene, sino de empresarios que perpetran auténticas barbaridades para aumentar sus beneficios y quienes, la mayor parte de las veces, no son castigados.

En 2010, el Ministerio de Seguridad Pública destapó 115 grandes delitos de fraude con consecuencias sobre de seguridad alimentaria, encarcelando a 258 personas. Todos los expertos consultados, incluso aquellos que adoptan una postura más defensiva, aseguran que se trata de una cifra ridícula. “Se han detectado problemas en prácticamente todos los tipos de alimentos. Si sigues las inspecciones de calidad, verás que se encuentran casos a diario”, explica Liu Xin, un abogado de Pekín que se encarga desde hace años a defender a víctimas de intoxicaciones.

Mi opinión: Creo que se llega a cosas insospechadas para obtener beneficio, si esto se diera en países con mayor repercusión hubiera sido ecos de noticias y se convertiría en un gran escándalo.

1 comentarios:

Sira dijo...

Al final los países más pobres parece que están condenados a vivir así siempre. La naturaleza tiene su ritmo pero si la necesidad de venta al mercado que impone el sistema capitalista de los países ricos lo acelera, pasan estas cosas. Da miedo!