Los gobiernos establecen leyes de inmigración en las que se determinan qué personas tienen derecho a permanecer legalmente en el país y en qué condiciones podrían obtener la nacionalidad. Algunos Estados fijan también cupos de inmigrantes.
Quienes no cumplen los criterios marcados se consideran inmigrantes ilegales y pueden ser expulsados. Se estima que cada años dos millones de personas pasan ilegalmente las fronteras de Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Europea.
La situación de los inmigrantes ilegales suele ser muy dura. Como no pueden tener un contrato de trabajo, se emplean al margen de la legalidad, a veces en condiciones casi de esclavitud, y en muchos países carecen de los derechos más básicos.
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