Las mujeres viven distintas formas de discriminación que limitan el
ejercicio de sus derechos y sus libertades. Ésta se basa en la vigencia
de un conjunto de estereotipos y prácticas sexistas que desvalorizan
lo femenino y a las mujeres como grupo poblacional. Dicha
desvalorización está profundamente arraigada en creencias sobre el
cuerpo y la sexualidad de las mujeres que se traducen en “deberes” que
ellas deben cumplir "por naturaleza" en la familia y en la sociedad.
Algunos datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) indican que:
Prácticamente el 40 por ciento de las mujeres entrevistadas
por esa institución afirman que piden permiso a sus esposos para salir
sola en la noche y el 8.6 por ciento de las mujeres, para tomar
anticonceptivos. Además revelan que el 27 por ciento de la población
está de acuerdo en que a una mujer se le castigue por haber abortado.
De igual forma, la discriminación contra las mujeres se asienta en las
desventajas que la sobrecarga del trabajo doméstico impone sobre el
uso de su tiempo y las oportunidades que tienen para acceder a la
capacitación, ingresar al mercado laboral u ocupar puestos de
representación pública.
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