La emigración española es un fenómeno histórico de larga duración que comienza en la Edad Moderna, aunque tiene precedentes muy antiguos y al que se puede considerar como continuación del proceso repoblador peninsular de dirección norte sur que fue siguiendo a la Reconquista en la Edad Media. Ya en el siglo XX, varió sus destinos principales de América a Europa, deteniéndose como consecuencia de la crisis de 1973, sin volverse a dar posteriormente cifras semejantes, dado el auge económico que siguió a la entrada en la Comunidad Europea (1986). A pesar de que se ha producido un retorno importante de inmigrantes (sobre todo desde Europa), siguen existiendo significativas colonias de españoles en distintos países europeos y americanos, así como sus descendientes nacidos allí. Sin destacar numéricamente es especialmente significativa la emigración de jóvenes universitarios que terminan su formación científica en el extranjero, y a veces no retornan.
Desde 2010 la emigración española a otros países de la UE-15 ha crecido a un ritmo más intenso que la de otros países del Sur de Europa también afectados por la crisis.
España ha pasado de ocupar el puesto 14º como emisor de emigrantes laborales al Reino Unido en 2010 al 2º en 2013, tan solo por detrás de Polonia. Con la crisis ha aumentado la emigración masculina y la de personas entre 35 y 44 años, lo que confirma la laboralización de los flujos y anuncia mayor duración de las ausencias. El retorno de españoles desde el extranjero se ha reducido durante la crisis. En 2008, por cada 10 llegadas de España a Alemania, se producían 11 regresos; en 2012 tan solo 4.
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