El suelo es la capa más exterior del terreno, en la que las plantas pueden desarrollarse. Para que la vida vegetal sea posible, el suelo debe reunir cuatro condiciones: tener un espesor suficiente para que las plantas puedan enraizar; nutrientes adecuados al tipo de planta; cierta esponjosidad, que permita que las raíces intercambien gases con la atmósfera y que el agua penetre hasta ellas; y estar libre de compuestos químicos que puedan ser dañinos para el crecimiento de las plantas.
La desertización es la pérdida de productividad del suelo y de la capa de vegetación hasta el punto de convertirse en desierto. Este proceso se produce en las zonas semiáridas del planeta, principalmente por la acción humana. Las sequías y el cambio climático agudizan este inquietante proceso. El continente más amenazado es África.
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