El cartel en el que los sindicatos convocan a la huelga resume los motivos que la justifican en el hecho de que quieren acabar con los derechos laborales y sociales. con todo. Y explican también que con la huelga quieren más diálogo social y forzar una reforma más suave.
El gobierno y quienes le apoyan argumentan que este diálogo se ha tenido e insisten en la necesidad de su reforma laboral.
La huelga es moralmente legítima cuando constituye un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado. Resulta moralmente inaceptable cuando va acompañada de violencias o también cuando se lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo o contrarios al bien común.
Lo anterior lo dice el Catecismo de la Iglesia católica (n. 2435)y aparecen criterios de ética social, racionales y razonables.
Con esos criterios como razones de fondo el siguiente paso es discernir si conservar los derechos laborales, que es lo que defiende la huelga, es la mejor forma de impulsar la justicia laboral. Saber qué es lo mejor para el bien común.
A un lado está la defensa de las condiciones de contratación, despido y negociación colectiva existentes. De otro lado está la propuesta de unas condiciones más flexibles, que junto a medidas de estímulo al crecimiento económico, facilitaría disminuir la tasa de desempleo.
Parece evidente que la justicia social debe velar por los intereses no solo de quienes gozan de un puesto de trabajo sino también por el derecho a trabajar de quienes están en el paro.
No cabe duda de que nuestra mayor tragedia como país son los más de 5 millones de parados. Al preguntarse ¿Cómo y por qué hemos llegado a esta situación? descubre que países como Alemania afrontaron caídas del PIB del 5% sin apenas generar parados. Y acaba aceptando que quizás sea cierto que el principal problema del mercado laboral en España se encuentra en las rigideces que lo dominan.
Si eso es así cree que la justicia social hace que sea prioritario facilitar la creación de puestos de trabajo que aferrarse a defender las condiciones de los trabajos ya existentes.
Por otro lado la huelga se asocia, también, a la rebelión sindical al ver amenazados ciertos privilegios, como los millones de euros recibidos para proyectos de Formación. Y eso ni es ético ni es trabajar en defensa del bien común sino del particular.
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